Solo para adultos by Asa Akira

Solo para adultos by Asa Akira

autor:Asa Akira [Akira, Asa]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2014-05-31T16:00:00+00:00


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La regla del dos

* * *

Por lo general, las cosas en mi vida suceden de dos en dos. Antes del incidente del abuso de Acción de Gracias, ya había sufrido una experiencia similar. Fue durante un viaje en tren en Japón. Tenía unos doce años e iba sola. El tren estaba abarrotado y todos estábamos literalmente apretados los unos contra los otros, algo que es bastante normal en las horas punta en Tokio. Estaba de pie, cara a cara con un hombre que en aquel entonces me parecía enorme, mucho más alto que yo. Me bajaba en la parada siguiente y debía esperar a que llegara el próximo tren. No parecía una gran hazaña.

En Japón es tan frecuente que haya delincuentes sexuales en los trenes que tienen incluso su propio apodo. Los alumnos aprenden en clase que si alguien abusa de ellos, lo que hay que hacer es señalar al hombre en cuestión y llamarlo «chikan» para que todo el mundo sepa lo que ocurre. Hay carteles que pueden traducirse como «¡Cuidado con los chikans!» en todas las estaciones japonesas, ilustrados con dibujitos de una niña que le da un manotazo a un hombre en la mano. Japón es un país así de extraño. Los delitos más comunes son los abusos en los trenes, el robo de bragas (los japoneses tienden la colada en el patio de atrás) y las fotografías por debajo de las faldas de chicas desconocidas en las escaleras mecánicas. Aun así, en las noticias apenas comentan otros delitos. Un disparo desde un coche es un concepto completamente extraño para ellos. Se considera una grosería sonarte la nariz con un pañuelo de papel en público, pero es normal que los tíos lean cómics pornográficos en el tren.

La primera vez que pensé que las cosas siempre me ocurrían de dos en dos fue durante una visita rutinaria a la que era mi médium favorita en aquella época. Carrie iba totalmente de negro, incluida su larga melena teñida. Piel pálida, anillos en todos los dedos… si la vieras por la calle, sabrías que es una médium; o al menos, una practicante de la Wicca. Al principio, eso me echaba para atrás; me parecía demasiado efectista, como una actriz que interpretara el papel de lo que ella era en realidad. A pesar de todo, me dijo un montón de cosas que acabaron por cumplirse. Así que estuve viéndola durante un año, más o menos una vez al mes. En cuanto le hablaba sobre un nuevo chico con el que salía, lo primero que me preguntaba era: «¿De qué signo es?».

Cuando se lo decía podían pasar dos cosas: 1) mostraba su aprobación con una sonrisa y cogía las cartas del tarot, o 2) ponía los ojos en blanco y suspiraba: «Ni siquiera te molestes».

Acudir a las pitonisas era una costumbre que había iniciado cuando era joven. Mientras crecía, mi madre me llevó muchas veces a ver a médiums, psíquicos, quiromantes, reflexólogos, doctores en medicina china con traductores que podían decirme lo



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